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Carta a Juan R. Escudero

De: Mag


Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuviste en Acapulco. Los tiempos eran distintos, había mucha desigualdad y miseria. La ciudad ha crecido, ya no son los seis mil habitantes que había más o menos en esa época, han llegado personas de otras regiones de Guerrero a enriquecer nuestro puerto y le ha dado una bella diversidad. Los gachupines ahora son menos, por no decir que casi nulos, claro, aún están ciertas familias que descienden de alguno de ellos, pero puede decirse que ahora se auto reconocen ya como mexicanos.


¿Recuerdas que querías un pueblo educado? Bueno, la mayoría de las niñas y niños reciben la educación primaria, pero conforme avanza el tiempo, las oportunidades van disminuyendo. Aún existe ese Acapulco de los ricos y ese Acapulco de los pobres.

Hay zonas donde la brecha es diametralmente opuesta. Hoteles de lujo cinco estrellas y a veinte minutos de ahí, colonias que carecen de agua y drenaje, jóvenes que han tenido que suspender sus estudios universitarios para trabajar, porque sí, hay facultades universitarias en nuestro puerto, eso debe darte gusto, pero existen carencias que obligan a todos los miembros de la familia a buscarse el pan día a día.


El ayuntamiento ha cambiado de manos en múltiples ocasiones, derecha, izquierda, derecha, izquierda… aun así pareciera que ninguno puede brindar al pueblo lo que se merece, educación, salud, cultura.


Al contrario, la ciudad ha estado en manos de gente tan ambiciosa que la han llevado a ser una zona de guerra, hoy en día llega a ser un poco difícil hasta caminar de noche por las bellas playas, no sabes qué puede suceder o con quién podrías encontrarte.


El crimen organizado ha seducido a nuestros jóvenes y les ha dado lo que el estado no ha podido, un sostén económico que los haga vivir dignamente. Bueno, dignamente no puedo asegurar que vivan, con todo lo que deben hacer para poder mantenerse en la jugada de sus patrones, pero ellos lo ven como una salida de la miseria, y piensan que no hay otra manera de evitarla.


Pero quiero creer que no todo está perdido, aún existimos muchos que recordamos tu lucha y el amor que sentías por este puerto, hemos intentado seguir difundiendo tus ideas y no dejar que tu nombre quede grabado solo en una placa.


El tiempo permite avanzar y mejorar, yo siento que

lograremos darle a Acapulco toda la dignidad que sus

ciudadanos merecen.


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