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Carta a Malala

De: Noemi


Febrero 2021


Para ti, Malala.

Gracias por tu valor, por tu voz, por inspirarnos y luchar por el derecho a la educación de las niñas del mundo.

El acceso a la educación es un derecho que no debe ser negado por el siempre hecho de ser niñas o mujeres. Nuestro sexo no nos define o limita a lo que podemos llegar a ser y hacer.


Lamentablemente en la actualidad seguimos siendo sometidas a estándares e ideas que nos encasillan en un rol de lo que nos corresponde hacer en la vida (ser esposas, amas de casa, ser la figura central en la crianza de los hijos). Aún se nos niega la oportunidad de desenvolver nuestras fortalezas y habilidades en plenitud, por el simple hecho de ser niñas o mujeres.


Sin importar el lugar o la época, es una ideología que aún persiste por lo menos en donde radico actualmente.

Me gustaría compartirte que desde mi niñez he visto claros ejemplos de que la equidad e igualdad de derechos es una lucha constante que se construye. En mi crianza vi ambos lados de la moneda como solemos decir aquí en México, si bien no fueron hábitos sumamente radicales, permitiéndonos estudiar y construir una carrera, se palpaba que era “obligación” no anunciada o “expectativa” de nosotras por ser mujeres, mantener el hogar en orden y limpio, hacer las compras, atender a los hombres (padre, hermanos, tíos, etc.) en agradecimiento a su ardua labor y llevar el sustento a la casa.


Esto no me era muy coherente ya que también varias mujeres de mi familia trabajaban y colaboraban al pago de los gastos de la casa y no por ello, tenían un trato especial o tiempo para ellas mismas, siempre estaban ocupadas ya fuese en el trabajo o en alguna labor del hogar.

El descanso debería ser equitativo para ambas personas, no solo a una de ellas. Lamentablemente esquemas como este están vigentes en la sociedad mexicana. Esto es solo un ejemplo de lo que viví en mi infancia pero que me marcó para tomar la decisión de no repetir esta dinámica en mi vida futura.


Quién diría que el sueño que te acompañó tantas veces se cumpliría. Ser atacada por un radical por defender tu convicción. Y de este momento renaciste para no tenerte y llegar a todo el mundo con el sueño de que tu voz se alce tan fuerte que, en consecuencia, tu huella abra los ojos de aquellos que quieren seguir limitando a las niñas y mujeres a desarrollarse personal y profesionalmente, para alcanzar realmente la plenitud.

Sigue así Malala, gracias de nuevo, me despido de ti, con un verso muy bonito de aquella canción que te cantaba tu padre cuando eras pequeña.



“Oh, Malala de Maiwand,

Levántate una vez más para que los pashtunes comprendan la canción del honor, Tus poéticas palabras transforman mundos enteros, Te lo pido, levántate de nuevo.”


-poeta Rahmat Shah Sayel de Peshawar.-



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